1.
Comparte tus miedos
Lo
que sea que te asuste puede ser la base para tu historia. Si
sientes aversión a los payasos, a las salas de espera de los hospitales, a
mirar debajo de la cama cuando duermes, a un determinado ruido, a las muñecas
antiguas, a los espacios solitarias… puede que tu audiencia sienta también ese
miedo. Esos sí, sorprende, toma un giro inusual en tu relato.
2.
Utiliza personajes fuertes
Crea un protagonista con
una fuerte personalidad y piensa en qué lo daña más que cualquier otra cosa
(como una madre que pierde a un hijo). Haz que los lectores sientan lo que
siente tu protagonista.
3.
Que el lector no adivine el final
No seas muy explícito, no lo expliques todo; el lector no
puede adivinar qué va a ocurrir. Debes sorprenderlo.
4.
Retén los sucesos más trágicos tanto como
sea posible para un mejor efecto final.
5.
Construye el suspense de manera
convincente
No abuses de tu
imaginación, sé lógico y realista. Aunque sean populares, los vampiros, hombres
lobo, fantasmas y duendes deben ser evitados. Evita todo lo increíblemente
extravagante y ajeno a nuestro mundo. El horror no tiene por qué ser un
monstruo enorme y puertas que hacen ruido al abrirse. El miedo puede ser
callado, inquieto y extrañamente modesto. Lo pequeño es a veces mejor.
6.
Lee más
Lee para inspirarte. En tu
biblioteca encontrarás historias de Mary Shelley (Frankestein), Bran Stoker (Drácula),
Gustavo Adolfo Bécquer (Leyendas); cuentos de H. Lovecraft o Edgar Allan Poe…
7.
Usa un vocabulario
adecuado
Al escribir historias de terror,
usa un diccionario o vocabulario como referencia para mejorar tu descripción de
acontecimientos, lugares y personajes. Cuanto más interesante sea tu vocabulario, mejor podrán imaginarse la historia tus lectores. A continuación te ofrecemos algunos ejemplos.
VOCABULARIO PARA ESCRIBIR UNA HISTORIA DE TERROR
1.
Palabras que crean
ambientes
Una historia verdaderamente horrible establece una
atmósfera inquietante desde el principio. Un escritor eficaz enviará señales al
lector para que la historia sea aterradora y deprimente utilizando un
vocabulario como "triste", "sombrío", "prohibido"
y "espeluznante". También puedes atribuir características de miedo a
los objetos inanimados para elevar el estado de ánimo. Los edificios pueden
parecer "intimidantes" y un bosque puede parecer
"amenazador".
2.
Palabras que evocan los cinco sentidos
Un cuento es
aún más aterrador cuando los lectores pueden ver, oír, tocar, saborear y oler
cosas en la historia. Un lugar puede oler a "acre",
"picante" o "asfixiar". El protagonista puede oír extraños
sonidos o un personaje aterrador puede hablar con una voz "oscura",
"de acero", "sepulcral", "sibilante" o
"gutural". Usa tonos como
"negro como el carbón" y "ébano" para describir lo que es
oscuro. Una bebida o una comida puede saber "amargo", "fétido", "sucio"
o "rancio". Los objetos se pueden sentir "babosos" o
"sucios".
3. Palabras que
aumentan el suspenso
H. P.
Lovecraft, un famoso novelista de terror norteamericano, escribió que "el
mayor tipo de miedo es el miedo a lo
desconocido". Un escritor puede aumentar el miedo en un lector por no
regalar todos los detalles de un monstruo,
fantasma o lugar. El lector tiende a llenar los espacios en blanco con su
propia imaginación y desea continuar leyendo para saber más. Las descripciones
ambiguas, como "una criatura amorfa", "aire nebuloso",
"aguas opacas", "valle tenebroso" o "sonido ininteligible"
crea una atmósfera inquietante y desconocida para el lector.
4. Palabras que
muestran miedo
Una historia de miedo necesita un protagonista que
tenga miedo. Palabras como "horror", "horrorizado",
"petrificado", "pánico", va a hacer que, sin embargo, se
muestren mejor los temores de un protagonista. Tal vez tiene "gotas de
sudor" en su frente, sus rodillas se están "golpeando" o está
"temblando", "acobardado" o "temeroso". Puedes
describirlo como "desfigurado" o "paralizado".